La indefensión, el espacio público y la medievalización de la ciudad

Diana Manso

“Exclusion frequently has a spatial dimension. Members of a group are sometimes excluded from areas of a city by law as when medieval Venetian Jews were restricted to the city’s ghetto or Chinese (along with dogs!) prohibited from entering parks in nineteenth century Shanghai. Even when people are legally free to enter areas of a city subtle and not-so-subtle signs and cues may signal that members of a particular group are not welcome.” (Richard T. Le Gates and Frederic Stout, The City Reader)

Miedo es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer -a lo que puede y no puede hacerse- para detenerla en seco, o para combatirla, si pararla es algo que está más allá de nuestro alcance” […]. Los peligros que se temen […] pueden ser de tres clases. Los hay que amenazan el cuerpo y las propiedades de la persona. Otros […] amenazan la duración y la fiabilidad del orden social del que depende la seguridad del medio de vida […] o la supervivencia […] Y luego están aquellos peligros que amenazan el lugar de la persona en el mundo: su posición en la jerarquía social, su identidad […] y […] su inmunidad a la degradación y a la exclusión sociales” (Zygmunt Bauman, Miedo líquido).

Los miedos que padecemos son principalmente el miedo a la muerte, al mal, a su invencibilidad y a nuestra incapacidad de reconocerlo. Pero más aterrorizante podría ser, según Bauman, el hecho de que los “instrumentos del mal” puedan ser personajes comunes, que han actuado pensando en su comodidad antes que en la de “los otros”, como ocurriese en el caso de quienes ordenaron las masacres en los campos de concentración. ¿Acaso de instrumentos del mal todos tenemos un poco? ¿Es esta posibilidad lo que nos ha llevado a tener la brutal segregación social por la que se caracteriza nuestro entorno urbano?

“Los pánicos vienen y van y por más espantosos que sean, siempre es posible presuponer con toda seguridad que compartirán la suerte de todos los demás” (Bauman). Además, hay que creer en que la irrupción de lo imposible en lo posible es viable: “para impedir una catástrofe, antes hay que creer en su posibilidad. Hay que creer que lo imposible es posible […] Ningún peligro es tan siniestro y ninguna catástrofe golpea tan fuerte como las que se consideran de una probabilidad ínfima” (Bauman). Sin embargo, también lo contrario, vivir en torno a histerias colectivas puede producir una “nueva Edad Media”; el paroxismo del presente, puede hacer lo urbano inhabitable en la medida en que se multiplican las fronteras.

La frontera como concepto geopolítico ayuda a la construcción de un sentido de diferenciación. De manera tradicional, las mismas han justificado la explotación económica y separan los cuerpos de personas con diferentes deberes, derechos, experiencias o razones étnicas. Muchas veces el otro –concepto que no existiría sin la idea de la frontera- se concibe como un ente peligroso que determina nuestras relaciones o exclusiones sociales y, por tanto, las fronteras que no son necesariamente nacionales. Por ello hace sentido la afirmación de Edward Soja, quien basándose en Michel Foucault propone que:

“ […] the postmetropolis is represented as a collection of carceral cities, an archipelago of normalized enclosures and fortified spaces that both voluntarily and involuntarily barricade individuals and communities in visible and not-so-visible urban islands, overseen by restructured forms of public and private power and authority”.

Los espacios que mejor ejemplifican la ciudad medieval actual son las comunidades residenciales cerradas y los centros comerciales aclimatados artificialmente. No obstante, los efectos de este zeitgeist, es decir, la expresión espacial del espíritu de los tiempos, se ven en todas partes. Poco a poco, todo lo que antes hacíamos afuera se está llevando al interior: la circulación se lleva a cabo en pasillos ante el ojo de policías, la clase media o los más pudientes andan siempre en busca de espacios más alienados del resto y la industria de servicios de seguridad ha tenido, en consecuencia, un crecimiento acelerado.

La fortificación de la ciudad es para nosotros, parte de la vida cotidiana. Según Umberto Eco, nuestras ciudades se vacían en las noches; los trabajadores sólo acuden a ellas para trabajar y luego “corren” a los suburbios protegidos. En Puerto Rico, la ley que propicia la construcción de urbanizaciones cerradas es la Número 21 del 20 de mayo de 1987, enmendada el 6 de noviembre del 2008. Dicha ley establece que “el propósito del cierre de las urbanizaciones es que los miembros de la comunidad puedan prestar su ayuda para luchar contra el crimen. La Asamblea Legislativa por medio de esta ley protege la vida y el bienestar del pueblo.” De igual forma, se acepta que “[…] el derecho a la libertad de movimiento o a discurrir libremente por las vías públicas y el derecho a la intimidad no son derechos absolutos.”

El amurallamiento de complejos habitacionales separa de manera literal, las comunidades acomodadas de las marginales, acentuando las diferencias. De hecho, cerrarlas  aumenta el valor de las propiedades. Estas islas contiguas, pero separadas entre sí por muros, verjas y portones, hace además que los alrededores  se usen cada vez menos. El Estado, por su parte, en una clara representación de su incapacidad para evitar la atomización social y en un sentido muy distinto a los cierres privados, ha construido cercos en torno a  los residenciales públicos y otros desarrollos “de interés social”. La morfología de nuestras ciudades depende tanto de las fronteras físicas, que hemos llegado al punto en el que muchos parques urbanos están cercados, al igual que los centros comerciales, las iglesias, las facilidades deportivas, entre tantos otros.

Estos complejos medievalizados mediante la seguridad privada, se asocian con la idea de que la vida allí otorga distinción de clases, seguridad, espacios públicos más adecuados y un mejor sentido de comunidad. En esta “nueva Edad Media”, se delimita la comunidad a la que se pertenece y hasta dónde llega el grupo de los afortunados que puede disfrutar las ventajas exclusivas de la ciudadela. Parecería un regreso a la obsesión que había en el pasado de tener la mejor iglesia, con el campanario más alto, por el orgullo de pertenecer a esa comunidad de fe; parecería el regreso al deseo de tener las murallas más altas y potentes del medioevo, un retroceso al tiempo en el que sólo aquellos que vivían protegidos por fortificaciones tenían la posibilidad de ser ciudadanos libres. De ahí también que los habitantes de estas comunidades tengan en mente sólo el uso del carro como principal – y único– medio de transporte sin el cual, estas cárceles invertidas serían imposibles, por encontrarse  en muchas ocasiones, en el medio de la nada. ¿Acaso este futuro polarizado entre ciudades amuralladas y urbes abandonadas no tiene vuelta atrás? ¿Puede, de algún modo convencerse a la gente de la necesidad de un cambio hacia una ciudad libre de fronteras, que propicie el ennoblecimiento de los espacios públicos y con ello la convivencia entre seres dispares pero iguales?

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Comments
12 Responses to “La indefensión, el espacio público y la medievalización de la ciudad”
  1. Fernando Avellanet says:

    “La sociedad Post-moderna es aquella en que reina la indiferencia en masa, donde domina el sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se acoge como lo antiguo, donde se banaliza la innovación […], la cultura Post-moderna es un vector de ampliación del individualismo.” menciona Gilles Lipovetski en su libro “La Era del Vacío”. “Seres dispares pero iguales” es en si la producción de nuestras fronteras. Deberíamos entender el problema de fronteras físicas como un producto de problemáticas sociales de nuestro mundo contemporáneo. Pienso que el problema social reside en la manifestación de una falacia moderna del llamado “Individuo”, aquel que solo recuerda ser parte de un grupo social cuando busca beneficios propios y no cuando tiene que luchar por resolver un problema “ajeno” como es la criminalidad. La sociedad individualista de ahora es indiferente a protegerse del miedo colectivo sino se preocupa por la protección propia,… como si pudiéramos excluirnos de ser parte de los problemas de la criminalidad. Aunque algunos pensamientos aparentan ser banales, como, pensar de los deambulantes como entes separados de la sociedad, o de los criminales como entes separados de la sociedad, en si lo que significa es que la persona o individuo es el que se está separado de la sociedad. ¿Podremos pensar que el problema en si no es la de definir las fronteras físicas sino la de definir aquellas fronteras que son banales en nuestro cotidiano vivir? ¿Existirán estas fronteras aun sin murallas físicas?

  2. Jose M. Melendez says:

    Espacio Público

    Entiendo yo que el problema aquí recae en la sociedad, primero porque la sociedad de hoy día ha sufrido cambios en su compartimiento y sus valores. Si para el tiempo de nuestros abuelos se podía vivir con la puerta abierta y vivir sin miedo al extraño o lo desconocido. ¿Que nos paso? Que dejamos de ser los seres que fuimos, rechazando las palabras inocencia, confianza e integración. Que hoy día ninguno de nosotros podemos vivir sin una reja, portón, muralla o guardia frente a la puerta por qué no nos sentimos seguros, porque le tenemos miedo al extraño. Segundo, porque vivimos en la era del Individualismo como dice Fernando disfrazándonos o copiando la identidad de quien fue Narciso: “Hoy Narciso es, el símbolo de nuestro tiempo […], el narciso designa el surgimiento de un perfil inédito del individuo en sus relaciones con el mismo y su cuerpo, con los demás, el mundo y el tiempo…” (Gilles Lipovetsky “La era del vacío”) es esta la razón por la cual sentimos indiferencia y nos cerramos al prójimo y al exterior que nos rodea. Cerrando así nuestros espacios para proteger lo que es nuestro, lo que nos define y lo que nos representa como un “todo” (individuo). También nos cerramos como persona, como ciudadano y a su vez nos privatizamos nosotros mismos. ¿Aun estando en un espacio público sin murallas es posible que no exista ese pensar privatizado?

  3. Elaine Morales says:

    La muralla urbana y el Medioevo como metáforas para la fortificación de la ciudad contemporánea. La segregación social se ha vuelto el pan de cada día, y comenzando con la pregunta de Diana sobre si la humanidad como instrumento del mal ha sido su principal herramienta; me atrevería a decir que sí. Como afirma Fernando, el individualismo es una característica o adjetivo actual de todos. La sociedad ha desvirtuado el sentido de comunidad o intuición grupal de que necesitamos del uno y el otro. Sin embargo, no nos referimos a todos los “otros”. La sociedad actual es una selectiva, nuestro individualismo se torna un acto de supervivencia y conveniencia en una era capitalista. Mike Davis, en su escrito Fuerte los Ángeles: la militarización del espacio urbano, evidencia como la ciudad de Los Ángeles se ha volcado “sistemáticamente a su interior” que provocada por la defensa del lujo ha caído en una obsesión con la seguridad que se ejecuta a través de la arquitectura de la ciudad. La principal consecuencia de estas ciudades fuertes es la destrucción del espacio público y con él, cualquier espacio verdaderamente democrático.
    Experimentamos la militarización del espacio urbano en todas las escalas. Podríamos mencionar en primer lugar el centro comercial y como su mejor ejemplo, el centro de todo, Plaza las Américas. Este contenedor espacial que adrede prohíbe la mirada al exterior, ha impuesto disciplina a la espontaneidad de los antiguos espacios públicos resultando en espacios rutinarios observados para mayor “seguridad”. Por otro lado, cuántas veces hemos leído en estos espacios controlados letreros que dictan “se reserva el derecho de admisión”, la admisión de quién… del “otro”. Uno que la sociedad clasifica y distingue entre las masas, usualmente el que no comparte los recursos para consumir. Ese mismo es el que, tal vez, vive la muralla física desde otra perspectiva en su propia vivienda, la vivienda subsidiada o caserío. Mientras desde afuera miramos los contenedores espaciales de vivienda social como fracasos del diseño urbano, deberíamos considerar alternativas para borrar esas barreras físicas que se extralimitan a murallas psicológicas de segregación. Nuestra sociedad vive con miedo, retomando la cita de Zygmunt Bauman, la amenaza a “su posición en la jerarquía social, su identidad […] y […] su inmunidad a la degradación y a la exclusión sociales” y con estos la amenaza a “el cuerpo y las propiedades de la persona”. Lo que provoca la muralla a la vivienda de círculos sociales de mayor “categoría”. La militarización se ha convertido en la herramienta de exclusión y protección, ¿quién nos puede mirar y a quien podemos ver? Pero como ya mencioné, experimentamos la ciudad medieval a varias escalas. Nuestra universidad es pública, ¿no? Esta en medio del casco urbano río piedrense, ¿pero lo miramos, nos dejamos ver?

  4. Maria Julia says:

    Como bien nos dice, la militarización del espacio público ocurre en un sin número de escalas y de caracteres muy particulares. Sin embargo, no podemos pasar por alto que las fronteras han sido mediadores del poder, protectores de la ciudad, dado que en su aspecto físico, han afirmado la seguridad; la ciudad medieval era controlada y protegida por sus murallas. Por otro lado, ¿Qué ocurre cuando las fronteras físicas; murallas, verjas, portones, se convierten en la características principales de nuestras ciudades del presente? Ciertamente, no es sólo el deseo de “fronterizar” el único aspecto que caracteriza la morfología de las ciudades; la necesidad de protección y seguridad encabeza la razón primordial de la ciudad archipiélago. Además, la frontera física ha sobresalido como la “solución” a problemas de criminalidad y seguridad en la ciudad. El ciudadano muchas veces afirma que construyendo una verja o muralla resolverá sus problemas de seguridad y limitación visual. El resultado de ésto se demuestra al darle la espalda a la ciudad, promoviendo espacios oscuros, no concurridos y el miedo al espacio público; nuestras ciudades gradualmente se segregan ante una diversidad de fronteras que afectan la rutina y calidad de vida. Ante una sociedad del “Individuo” se tiene que estar consciente que la construcción de murallas y verjas no resolverán los problemas de criminalidad y seguridad en la ciudad. Sin embargo, ante el poder de los grandes desarrolladores en la Isla, que promueve la comunidad selectiva y apartada, ¿quién convence a quién de los beneficios de la vida en la ciudad? Ante una ola rampante que aumenta de criminalidad en Puerto Rico, ¿quién se atreve a vivir sin la muralla? Como pueblo, hemos cambiado y sacrificado la vida en la ciudad por vivir en la seguridad de una comunidad apartada. Ciertamente, el aumento de la criminalidad en Puerto Rico no promueve que los niveles de segregación en la ciudad disminuyan.

  5. CLARISSE BETANCOURT says:

    RETOMANDO EL TEMA SOBRE: QUE NOS OCURRIO CUANDO NUESTROS ABUELOS PODIAN VIVIR CON PUERTAS Y VENTANAS ABIERTAS? CONSIDERO QUE FUE UNA EPOCA DONDE SE VIVIA CON MAYOR TRANQUILIDAD Y BAJA VIOLENCIA EN LA SOCIEDAD O TAL VEZ QUE SI EXISTIA ESA VIOLENCIA EN AREAS ALEDANAS A LOS HOGARES PERO NO EXISTIA EL SISTEMA DE COMUNICAION Y DIFUSION DE LAS COSAS QUE OCURRIAN COMO EN LA ACTUALIDAD POR LO QUE LES PERMITIA PENSAR QUE VIVIAN SEGUROS. VIVIR TRAS UNA VERJA O UN GUARDIA DE SEGURIDAD ES LA MEJOR MANERA QUE HA ENCONTRADO EL INDIVUDUO DE ESTA EPOCA PARA REFUGIARSE DE LOS PROBLEMAS QUE TIENE LA SOCIEDAD DONDE VIVIMOS; ASI LE “SACA EL CUERPO” A LOS PROBLEMAS QUE DEBERIAMOS AFRONTAR COMO SOCIEDAD. ES DECIR, SE ENCUENTRA SEGURO ENCERRADO EN SU AREA CERCADA Y LO QUE OCURRA ALREDEDOR NO IMPORTA. PERO NO TODOS TENEMOS ACCESO A PODER SENTIR ESA “TRANQUILIDAD” DE ESTAR CERCADOS Y A PODER IGNORAR LA SOCIEDAD PORQUE SOMOS MARGINADOS EN VIVIR EN LOS LUGARES DONDE OCURRE TODA LA VIOLENCIA Y A VIVIR CON EL MIEDO. ENTONCES NUESTRA MISMA SOCIEDAD HA DIVIDIDO A QUIENES TIENEN EL DERECHO DE VIVIR “TRANQUILOS” Y A QUIENES NO?

    PERO SE PIENSA MAS HAYA…. PORQUE TANTA VIOLENCIA EN LA SOCIEDAD? PORQUE TANTO MIEDO A LAS MISMAS PERSONAS QUE COMPONEN LA SOCIEDAD? SERA POR FALTA DE VALORES? DE MORAL?? O TAL VEZ DE EDUCACION? ? …
    SI NOS ENCARGAMOS DE CREAR PERSONAS DE BIEN A NUESTRA SOCIEDAD TAL VEZ NO TENDRIAMOS MIEDOS DE LAS PERSONAS QUE NOS RODEAN.

    YO CREO QUE ESTO ES UN PROBLEMA DE TODOS Y QUE SI HEMOS VIVIDO CON MIEDO A LA SOCIEDAD Y A LAS COSAS QUE PUEDEN OCURRIR FUERA DE NUESTRA AREA CERCADA HA SIDO PORQUE NOSOTROS MISMOS HEMOS PERMITIDO QUE OCURRIERA. TODOS TENEMOS DERECHO A VIVIR CON TRANQUILIDAD Y SIN MIEDO Y HA NO TENER QUE UTILIZAR UNA VERJA, MURRALLA O GUARDIA PARA SENTIRNOS ASI.

  6. Kevin Fernandez Oriz says:

    Muchas veces cuando algo se convierte en la moda tenemos que esperar mucho tiempo para reconocer que fue algo alocado o que simplemente no cumplió con el propósito que pensábamos. Me pregunto cuando la gente se empezara a dar cuenta que las urbanizaciones con accesos controlados no son más que una nueva manera de sacarles dinero. Son otra treta de venta para pedir más dinero por hacerte sentir seguro simplemente porque para ti el sentirte seguro es el pasar por dos portones de seguridad o vivir en un lugar más caro donde los indeseables no puedan entrar. Los únicos que no pueden entrar son los ciudadanos comunes que no pueden pagar lo que vale vivir ahí. Para los que van a venir a robarte les han hecho un cofre del tesoro donde tienen a todas las personas que tienen más dinero y no sienten la necesidad de tener rejas ni portones en las casas por que según ellos viven en un lugar seguro. Si vivir como un preso es la manera más segura y lujosa de vivir pues voto por qué remodelen el Oso Blanco como el nuevo complejo de apartamentos de máxima seguridad. Por supuesto que como queda cerca de vías públicas y de centros comerciales, que los apartamentos comiencen en los $500,000.

  7. Moisés González says:

    Mientras más recursos y estrategias se usen para suprimir el miedo de cada individuo en torno a su seguridad, más se nutre el miedo mismo. Cada día nos aprisionamos más en nuestra propia sociedad y pretendemos que estamos seguros de la sociedad misma. Las urbanizaciones de acceso controlado empiezan a ser pequeñas ciudades encarcelarías que nos recuerda lo frágil del sistema político y policiaco de nuestros tiempos. No creo que colocando muros y barrotes en las casas, resuelva el problema del miedo en que vivimos. El problema se tiene que resolver de la raíz, pero ya en sistema social tiene unas fallas irremediables. La gente crece con miedo, porque les inculca miedo todo el tiempo. La palabra sociedad se divide con los muros de cada edificación, somos individuales en una sociedad colectiva.

  8. Zinnia Ayala says:

    El miedo es una problemática que nunca dejara de existir. El miedo funciona como un arma de doble filo, es el veneno que nos puede matar como también puede ser la cura a un problema. El miedo es algo que forma parte de la naturaleza humana y las barreras, fronteras y escudos, sean de forma palpable o simbólico, siempre han existido. Con esto en mente, la Medievalización se está categorizando como un fenómeno o herramienta utilizada para solucionar el sentido de Miedo. Esto entonces lleva al cuestionamiento ¿de verdad alguna vez la Medievalización no existió? ¿Se puede decir que la humanidad siempre ha vivido en una constante Medievalización y que lo único que se puede decir que cambia es la intensidad con la que se resuelve el miedo, usando el sentido de seguridad como escudo y el miedo mismo como arma en contra de los que nos causan miedo? Coincido con Fernando Avellanet con que existe una nueva forma de Medievalizacion intensa donde esta reinando el individualismo como arma en contra del miedo y ahora la mayoría de las personas usan verjas y rejas como los nuevos escudos.

  9. Cristina Vélez says:

    Como menciona Eco en su ensayo sobre la Nueva Edad Media, la medievalización de la ciudad es una respuesta instintiva a los problemas de inestabilidad que está atravesando la sociedad. Pero la inseguridad en la que vivimos no se puede resolver poniendo murallas y rejas alrededor de nuestras viviendas. El problema es uno mucho más profundo y no creo que la arquitectura o el urbanismo sean suficientes para lograr solucionar el verdadero problema. Estas barreras físicas lo único que pueden brindar es una sensación de seguridad falsa, ya que como se leen en las noticias a diario, la criminalidad sigue aumentando a pasos acelerados a pesar de todas las medidas de seguridad que se toman.

  10. Giancarlo Colberg says:

    En los años de nuestros abuelos y familiares pasados los hogares y las urbanizaciones no eran cercadas. Eran tiempos en los cuales “yo te doy mi palabra” significaba algo. En estos tiempos si habían discusiones se resolvían de una manera u otra sin llegar a lo ilegal. Luego de estos tiempos por la inestabilidad económica se comenzaron a ver mas casos de robos y los ciudadanos y residentes comenzaron a sentirse menos seguros en sus propios hogares. Cada vez se ven mas y mas robos en residencias y los números siguen creciendo. Mi pregunta es, si los robos siguen creciendo, en casas cercadas y no cercadas ¿por que amurallarse cada vez mas?. Hoy las murallas que en tiempos medievales cumplían un deber, solo sirven de paredes que tienen un propósito simbólico de seguridad. Las murallas en residenciales y urbanizaciones tienen como propósito darle un sentido de seguridad a la persona que habita dentro de ellas. Como dijo el profesor en la presentación, esta idea de seguridad simbólica es la misma que se da en los aeropuertos cuando chequean a las personas. Todos cumplen con un proceso de chequeo, pero aunque se percatan de una botella de agua, quizás no de una navajita en tu llavero. Vivimos, como mencionó Diana, en una sociedad en la cual la atmósfera es de miedo, inseguridad y inestabilidad. Entiendo que la Medievalización de las ciudades lo que da a relucir es nuestra inestabilidad emocional y social como sociedad puertorriqueña y que debe propiciar que nuestros “líderes” evalúen y hagan algo sobre la situación.

  11. Gian Martínez Claverol says:

    La situación social moderna es una de suma dificultad, precaria pues los valores han sidos puestos a prueba. Hoy día vemos como de manera constante aumenta la tasa de criminalidad en Puerto Rico y en el mundo entero, con asesinatos, robos, etc. La ciudad se supone que sea un lugar de protección, donde se busca un bienestar común. Pero claro esto sería la visión utópica de la ciudad, entonces tenemos la realidad de hoy día. La constante amenaza a la cuál nos exponemos día a día no ha alcanzado meramente afectarnos cuando estamos en la calle, pero esta amenaza no se limita meramente a cuando estamos fuera de nuestras casas sino los robos y diferentes situaciones propician que la casa tambien sea un lugar que al no ser reforzado con medidas de seguridad entonces queda expuesto. A esto surge la necesidad de vivir en urbanizaciones cerradas, donde se nota una diferencia de sector, la clase alta coloca en sus urbanizaciones paredes de magnitudes increibles y así va disminuyendo el tamaño mientras va bajando el potencial económico del área. Esta vuelta a la formula medieval de que por cada ciudadano se calcula un espacio logico para asegurar su protección de atacantes dentro de un area amurallada. Entonces, la modernidad ha traido consigo unos problemas sociales que nos llevan a recurrir a metodos medievales para asegurar nuestra protección. Es la modernidad un retraso en sí? Aplicando conceptos modernos pero manteniendo costumbres antiguas?

  12. Hansell Bajuelo says:

    “Me invaden fronteras por todos lugares” Entre los fosos que han creado las auto pistas y los muros de seguridad o aislación acústica con los que se protegen zonas residenciales o comerciales la ciudad se ha vuelto impermeable y vulnerable. El sistema colapsa sobre sí mismo, alarmas, puertas y ventanas de seguridad, sensores de movimiento, rejas, verjas privadas, verjas públicas, guardias de seguridad, policías, cámaras de seguridad, toneladas de recursos que no producen. Toneladas de esfuerzos en conjunto que no sirven para nada. Miles de policías en las calles y guardias de seguridad apostados en las urbanizaciones para impedir que se roben una gallina del patio. El verdadero miedo debería ser el vivir con miedo.

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